Me compre una Ferrari

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Valentin Videla



Raúl es un amigo de toda la vida, un romántico. Un tipo laburante al que le fue muy pero muy bien.

Un día me invitó a comer a su casa, después del café me pidió que lo acompañe al garaje. Durante todo el trayecto Raúl no podía sacarse la sonrisa de la cara y tenía una mirada cómplice que no podía descifrar.

Entramos al garaje, prendió la luz. Mis ojos no podían creer lo que veía y Raúl no pudo esperar ni un segundo para decirme:

  • Me di un gusto, me gaste todos mis ahorros: ¡Me compre la Ferrari!

Después de fundirnos en un abrazo y pasar media hora viendo cada detalle, vino la pregunta inevitable:

  • Oíme Raúl …sabes manejar esta cosa?
  • No, pero ya voy a aprender, esta máquina se maneja sola, es el mejor auto del mundo.
  • y como pensás mantener a este bicho?
  • …ah no sé, ya me las arreglaré, lo importante es que ahora está acá ¡

En las organizaciones el efecto Raúl es un clásico. Nos encanta comprar Ferraris sin tener la menor idea de cómo vamos a mantenerlas.

El impacto del “Ferrarismo” es muy peligroso cuando hablamos de sistemas; compramos las mejoras herramientas sin tener la menor idea de si estamos listos para manejarlas, cuánto cuesta mantenerlas, ni si tenemos el know-how para operarlas.

Pero la Ferrarización más grave, es cuando compramos talento. Con más de veinte años en la función de capital humano, tengo un top ten de frases de clientes internos y externos que se repiten y repiten: necesito una Ferrari, necesito el mejor ¡incluso a veces no les alcanza con una Ferrari, y piden un avión!

Hay algo que aprendí en la industria del lujo que es que la calidad, la excelencia, la experiencia y el “savoir faire” (saber hacer), tiene una consecuencia obvia: el precio.  Esta es el primer punto que tenemos que entender cuando queremos comprar una Ferrari, la Ferrari cuesta más.

La Ferrari sale más que un Fiat o que un Renault. Al fin del día cualquier auto te lleva y te trae como cualquier otro, pero si vos queres algo que vaya a 300km por hora, seguro y con materiales de primera, tenes que estar dispuesto a pagarlo y no sorprenderte porque sea más caro que un VW.

Pero asumamos por un minuto (aunque les aseguro que esta reflexión no es tan obvia para muchos), que entendemos el tema del precio. El problema viene después, el “efecto Raúl” es el más complicado porque una vez que te entregaron la Ferrari y la tenes en el garage de tu casa, recién ahí comenzás a preguntarte como vas a dominar semejante bestia. Una Ferrari es un auto de carrera, es algo completamente distinto a lo conocido; la sensación de manejo, la aceleración, la respuesta, los frenos, la manera en que toma las curvas, etc.

Con los talentos sucede lo mismo, una vez que el director del área se siente satisfecho llega ESE lunes. La Ferrari llega a la hora pactada y espera instrucciones. La tendencia natural es conducirla como si fuese un auto de calle tradicional, así lo hicimos siempre, …pero sucede que nos sentamos la prendemos y apretamos el acelerador, en el primer instante nos damos cuenta que casi nos comemos una curva, y cuando frenamos con suerte no nos pegaron una piña de atrás.

¡El consumo! Nos queremos morir cuando vemos lo que tenemos que gastar para mantenerlo…ahora si… nadie puede negar que tener una Ferrari es una sensación única.

Lograr mantener un “talento Ferrari” no es sencillo. En muchas ocasiones las organizaciones no están preparadas para administrar la velocidad, la reacción, el consumo y el nivel de mantenimiento que requieren.

Además, cuando preguntas a los seis meses para que están usando la Ferrari resulta que es para ir al supermercado y llevar a los chicos al colegio. Una verdadera picardía.

Cuando abordamos a un cliente (interno o externo) para relevar un perfil casi siempre arrancamos por una Ferrari. La pericia del Director de RRHH o del Head-hunter tiene que ver con indagar para entender el terreno en el que va a rodar, el uso que le van a dar, que rendimiento esperan. En definitiva, se indaga para entender que se quiere lograr con ese auto.

En infinidad de procesos comenzamos hablando de una Ferrari y luego de indagar concluimos que necesitamos una Hammer, o una moto, pero no la Ferrari con la que todos soñamos.

Si queremos una Ferrari en nuestra organización tenemos primero que entender si las “avenidas organizacionales” están bien asfaltadas (procesos & sistemas), si tenemos pilotos preparados (lideres), si estamos dispuestos a pagar más para mantenerlo (compensaciones y beneficios), y también tener en cuenta que si las Ferraris, encuentran empedrado, un mal piloto y nadie que les ponga nafta, te dejan a pie en muy poco tiempo.

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